«La República Popular, entre las milicias y los oligarcas» / Boris Kagarlitskiy

Posted on 2014/08/17

7




[Nuestro colega el sociólogo ruso y miembro del Frente Popular de Resistencia Boris Kagarlitsky, acaba de publicar en rabkor.ru este artículo que nos apresuramos a traducir y dar a conocer. Es del máximo interés pues ofrece una interpretación muy grave de los acontecimientos de los últimos días en los que la victoriosa defensa de las tropas republicanas de Novorossia ha ido acompañada de un terremoto político en la retaguardia con la dimisión del coronel Strelkov y la entrada en escena del oligarca Akhmetov. Kagarlistky ofrece luz sobre algunas de las claves de la lucha política en la retaguardia donde las tensiones de clase son cada día más fuertes. Sociología Crítica]

Fuente: La República Popular, entre las milicias y los oligarcas
Boris Kagarlitskiy, el 16 de agosto, 2014, en rabkor.ru

[Traducción de Sociología Crítica]

1. La guerra entre el Gobierno de Ucrania y la República de la Nueva Rusia [Novorossya] se está convirtiendo progresivamente en una guerra de posiciones. Los recursos en ambos lados están muy mermados, las reservas de lucha se agotan, pero como la República Popular se defiende contra un régimen en Kiev que cuenta con más medios, el curso de los acontecimientos [que estamos viendo] pueden ser considerados como un presagio de la victoria republicana. La bien conocida máxima «un gobierno tiene que ganar, a los rebeldes les es suficiente con no perder», se cumple a la perfección en este caso. El deterioro de la situación económica en Ucrania, la creciente desmoralización de los seguidores del régimen de Kiev y el desarrollo gradual del movimiento partisano en los territorios controlados por ellos, son heraldos de la aproximación de una nueva fase de la guerra civil que va claramente más allá de las operaciones en el Sur-Este.

2. A mediados de agosto se puede ya hablar con propiedad del fracaso de la última operación de ofensiva [«definitiva»] emprendida por el ejército de Kiev, muy posiblemente la última que pueda montar en verano. Es significativo que, como en el ataque anterior, los principales medios de comunicación occidentales, oculten cuidadosamente al lector toda la información sobre esta guerra tras anunciar el inminente éxito del ejército gubernamental. Como la última vez, después de estas previsiones optimistas, se hizo el silencio. El segundo ataque fracasó exactamente con el mismo escenario del primero: las tropas atacantes fueron separadas de sus bases y acabaron embolsadas. La victoria virtual se convierte en la realidad en un verdadero desastre. La guerra no se puede ganar en el espacio de la información, sino sobre el terreno.

3. Todo apunta que militarmente comienza a haber muchas razones para hablar de perspectivas positivas de supervivencia de la República Popular de Nueva Rusia. Sin embargo, simultáneamente a los éxitos militares se desarrollan crisis políticas y administrativas que generan nuevos peligros tal vez igual de graves, si no más, que los que representaron las ofensivas militares de las fuerzas gubernamentales.

4. En las últimas semanas ha sido sustituido todo el liderazgo de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. Más inesperada y significativa fue la renuncia del comandante de la milicia, el coronel Igor Strelkov. La noticia se explicó de acuerdo con el tradicional estilo soviético de informar sucintamente sobre un hipotético «cambio de destino» y se produjo durante una de sus visitas a Moscú, lejos de sus soldados.

5. La destitución de Strelkov es la aparente venganza de ciertas fuerzas del Kremlin a la grave derrota política que los líderes de la Milicia Popular les infligieron a principios de julio. Como ustedes saben, después de dos meses de heroica defensa en Sloviansk, la milicia rompió a través del anillo de tropas ucranianas y marchó a Donetsk, donde ciertos políticos conectados con el Kremlin estaban planeando llegar a ciertos acuerdos con el gobierno de Kiev. [La Brigada Slavianks de Strelkov] tomó el control de las estructuras de poder [en Donetsk] y de las fuerzas locales. No hubo represalias contra los conspiradores pero todos los que habían estado en contacto con Kiev tuvieron que presentar su renuncia por escrito y marchar en dirección a Moscú o Kiev. Esto se produjo en un contexto de creciente radicalización política del movimiento [republicano]. En agosto, se publicó una carta colectiva de la milicia popular demandando en la práctica que se plasmase en medidas concretas en Donetsk y Lugansk, el carácter Popular y social de la República, nacionalizando las propiedades de los oligarcasy haciendo reformas a favor de los intereses de los trabajadores. El Consejo Supremo ha sido encabezado por Boris Litvinov, un comunista que rompió con la dirección oficial del partido. Se aprobó una ley que derogó la comercialización de la sanidad empezada por el anterior gobierno y han sido promovidos tímidos intentos de proseguir con la nacionalización.

6. Por su parte, los analistas políticos cercanos al Kremlin emprendieron el acoso de Strelkov en los medios de comunicación rusos.  Se entiende el enfurecimiento por parte de los funcionarios y propagandistas acólitos moscovitas: mientras ellos, sentados en sus cómodas oficinas, estaban haciendo planes y tejiendo intrigas, la gente que se encontraba en el frente de los acontecimientos hacía por sí misma la historia, sin preguntar su opinión.

7. Paradójicamente, Igor Strelkov, a pesar de su simpatía por la monarquía pre-revolucionaria y la nostalgia por el imperio ruso, fue la figura que más ha contribuido a la radicalización del proceso. El líder de la milicia se hizo famoso no sólo por la honradez y la sinceridad (recuérdense sus informes militares detallados acerca de sus propias dificultades y fracasos, en agudo contraste con las afirmaciones de la propaganda de Moscú y Kiev). El instinto político empujó a Strelkov, en contraste con sus propios prejuicios ideológicos, a apoyar y mantener la transformación social y política. Él y sus colegas han subrayado en repetidas ocasiones que no van a permitir que la Novorossia se convierta en una segunda edición de la Ucrania antes de Maidán, lo cual contradecía totalmente a la estrategia del Kremlin, que buscaba exactamente esto.

8. A diferencia de otros líderes de Donetsk y Lugansk, que repetidamente viajaban a Moscú para pedir ayuda (en su mayor parte, en vano), el comandante de la milicia Strelkov se encontraba en el frente con sus tropas, donde, como se ha podido comprobar en la práctica, estaba políticamente mucho más seguro que en los pasillos del poder moscovita.

9. Cómo fue atraído Strelkov a Moscú y qué hicieron para arrancarle una declaración de renuncia «voluntaria» (si es cierto que la ha hecho), es algo que sólo podemos intentar a adivinar. Tal vez fue amenazado con el cese completo de los suministros rusos al territorio liberado de Novorossia. La dependencia de las Repúblicas Populares de los suministros externos es, en gran parte, el resultado de la gestión incompetente de las personas cesadas por Strelkov en julio y principios de agosto, que no pudieron o no quisieron organizar la economía y la logística para establecer una distribución normal de los recursos, de manera que para el agosto se creó una situación en la que, sin suministros externos de alimentos y municiones, a las repúblicas les amenaza un colapso. Lo más probable es que los intrigantes del Kremlin hayan presionado en este sentido para lograr la neutralización de Strelkov.

10. De un modo o de otro las fuerzas conservadoras tomaron la revancha: el jefe militar de Donetsk ha sido cesado. Para una serie de puestos clave han sido designadas personas que son sospechosas de tener vínculos con los oligarcas. Estos mismos días Oleg Tsarev, un político ucraniano que no representa a nadie, estuvo enseñando en Moscú “la nueva bandera de Novorossia”, que no se sabe porque representa la vieja bandera imperial invertida cabeza abajo (obviamente en contraste con la bandera bajo la cual luchan los milicianos: de color rojo oscuro y con la cruz de San Andrés).

11. Estos días en la prensa rusa se escribe ya abiertamente sobre el acuerdo alcanzado entre los funcionarios de Moscú y el oligarca ucraniano Rinat Akhmétov. Siguiendo las mejores tradiciones del «antiguo régimen», la burocracia del Kremlin ha decidido conceder a su nuevo vasallo los territorios liberados a cambio de su mediación en las relaciones con Kiev y, a largo plazo, con el Occidente. Al mismo tiempo, se avivan contactos entre diplomáticos rusos y ucranianos que discuten animadamente sobre el destino del Sur-Este. En un contexto dominado por el fracaso militar de la última ofensiva y las crecientes dificultades internas de Kiev bien podría salir de ahí algún tipo de acuerdo.

12. La única cosa que no han tenido en cuenta los autores de este guión, es la opinión de la población de Novorossia y Ucrania, el sentimiento de la gente en Donetsk y la lógica general del proceso revolucionario en que se va involucrando paulatinamente la sociedad rusa. Los milicianos y activistas, que bajo las bombas construyen un nuevo estado, ya no serán títeres movidos por voluntad ajena, independientemente de dónde, en Moscú o en Kiev, sean adoptadas las decisiones ajenas a sus intereses. La simpatía idealista hacía una Rusia abstracta, que caracterizó los primeros meses de la sublevación en Novorossia, ahora claramente está siendo reemplazada por la creciente hostilidad hacia los funcionarios del Kremlin, a quienes los partidarios de las Repúblicas acusan ​​de sabotaje y traición. Estos mismos sentimientos están creciendo en avalancha y en la propia Rusia. En cuanto a Igor Strelkov, está siendo reemplazado por un nuevo grupo de los señores de la guerra, que, en gran parte, siguen su ejemplo, siendo mucho más radicales y estando mucho más a la izquierda.

13. Con todo tipo de intrigas administrativas, chantajes y manipulaciones se pueden lograr éxitos tácticos y apartar de la escena a una figura importante, pero es imposible detener el proceso de despliegue creciente de una crisis revolucionaria.

Boris Kagarlistky / rabkor.ru / 16/08/2014